Nueva York es la ciudad del mundo más diversa linguisticamente hablando.
La prueba de ello son los más de 270 revistas y periódicos que se editan en 40 lenguas distintas, el dato que nos dice que en la ciudad se hablan más de 800 idiomas y dialectos o el hecho de que en el número de teléfono de la ciudad de Nueva York para información y servicios del gobierno, el 311, se ofrezca el servicio en más de 170 idiomas.
Esta diversidad linguística que enriquece la isla, y es una de sus señas de identidad, también tiene sus consecuencias, cómo el hecho de que no sea infrecuente ver academias de idiomas en las que se ofrecen cursos de inglés intensivo para los recien llegados, además de otras más negativas, cómo el gasto para las arcas municipales y del gobierno, en tiempo y dinero, debido a los malos entendidos.
Esto último llevó al alcalde de Nueva York, a aprobar una orden ejecutiva en el 2008 por la que se obligaba a las Agencias de la ciudad que tuvieran trato con el público a proporcionar intérpretes y ofrecer la documentación necesaria traducida, para ayudar a las personas que no hablan inglés de forma fluida. La diferencia entre el papel y la realidad, desgraciadamente, es más acusada de lo que se desearía, y muchos emigrantes se siguen quejando de los problemas de comunicación con la administración y con los funcionarios de los servicios públicos, cómo se denuncia en este artículo de The New York Times.
Se ha avanzado, cómo el caso del citado servicio del 311, pero aún queda camino por recorrer.
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