Escritor, colaborar habitual del diario El País, actual Director del Instituto Cervantes de Nueva York y residente en New York desde hace más de 20 años, el madrileño Eduardo Lago, es una de las figuras más relevantes del panorama cultural hispano de la ciudad.
Esta es su personal visión de Nueva York. Desde aquí vuelvo a agradecerle su colaboración y amabilidad al responder esta entrevista.
Nueva York, 13 de abril de 2011
P. Vargas Llosa eligió el Instituto Cervantes para su rueda de prensa, después de conocer la concesión del Nobel. Esto quiere decir que la institución que Ud. preside, es ya la referencia más importante de lo español en Nueva York. ¿Qué planes tiene para el Instituto?
R. Es todo un síntoma. Creo que aquella mañana fue la más memorable, en palabras de los trabajadores que llevan aquí desde que se fundó el Instituto hace ahora 20 años, de la historia del centro. Seis Jefes de Estado llamaron para felicitarle, el Presidente Zapatero tuvo que llamar varias veces a través de su gabinete de prensa porque no había manera de llegar a él. Había 200 cámaras de televisión en el auditorio, del mundo árabe, de Escandinavia, de Asia… y fue como un milagro que fuera aquí, pero no había realmente otra opción, porque el Instituto Cervantes de Nueva York se percibe de manera natural como el centro de gravedad de la cultura hispánica de la ciudad, una ciuda que es hispánica. Hablando con Vargas Llosa, unas semanas después me preguntó que a quién se le había ocurrido la idea. Y yo le dije: Pero no fue a ti. Nos reímos. No podía haber sido en otro lugar.
P. ¿Cuál es la relación del Instituto Cervantes neoyorquino con el resto de las instituciones culturales de Nueva York?
R. La idea fundamental es integrar los diversos mundos que se dan cita aquí. Hay numerosas instituciones culturales europeas, americanas e hispanas. La idea es aprovechar la fertilización resultante de la mezcla. Trabajamos con entidades del calibre del Guggenheim, el MOMA, la New York Public Library, el PEN American Center… con todos.
P. ¿Qué es lo que más le atraé del panorama cultural de Nueva York?
R. Sentirse un poco en el centro del mundo. Por más que se diga, no le ha salido rival a esta ciudad: ni en Londres, ni en París ni en Tokio ni en Shangái ni en Berlín hay siquiera una parte de lo que ocurre aquí, y en parte es debido a la ingente mezcla de razas, culturas y lenguas. Están todas vivas aquí. En Nueva York se hablan más de cien idiomas.
P. ¿Es España un referente para los hispanos de Estados Unidos en lo cultural, o todavía queda mucho camino por recorrer?
R. Queda muchísimo por hacer. Es la línea en la que he trabajado en el Cervantes y antes como crítico y profesor universitario. Los hispanos son el gran reto que tiene España en este país. Se empiezan a hacer cosas últimamente, pero falta mucho en el sentido de acercar tradiciones culturales. Este país es un país hispano.
P. Su residencia en Nueva York desde hace más de 20 años, le ha permitido ser observador privilegiado de los cambios experimentados por la ciudad en estos años. Muchas son las cosas que se han mejorado, pero probablemente, a costa de perder otras. ¿Qué es lo que añora del Nueva York de cuándo llegó en los años 90?
R. Es un Nueva York un poco domesticado. Para mí Nueva York es la posibilidad real de la aventura, entendida como algo fascinante a lo que te ves arrastrado. A veces, eso va acompañado de una cierta dosis de riesgo. No es que añore el peligro, pero en general las cosas más interesantes de la vida tienen su dimensión de aventura. Ahora la ciudad es más parque temático de sí misma.
P. Un reciente documental, Little Spain, recuerda a los 30.000 españoles que vivieron en el oeste de Manhattan hasta los años 70. ¿Cuáles son las diferencias, en cuánto a interés por nuestra cultura, entre aquellos españoles y los que residen ahora en Nueva York?
R. Little Spain es un lugar de la nostalgia, del corazón, de la historia. Esta respuesta es la cara B de la anterior. El pasado español, no hispano o latinoamericano, sino español propiamente dicho, está sin recuperar. Aquella exposición fue un intento, muy logrado, de hacer justicia a aquel legado. Pero falta mucho pro recuperar.
P. Su salto a la narrativa, con una novela ganadora del Premio Nadal, estaba ambientada en el barrio en el que reside, Brooklyn. ¿Qué le recomendaría a los visitan Manhattan para que conozcan también este barrio de Nueva York?
R. El verdadero Nueva York es Brooklyn. Manhattan es para los turistas, que se sienten muy felices, porque tienen ahí lo que buscan. La aventura está hoy en Brooklyn. Los escritores lo saben y por eso viven allí.
P. ¿Cuál es su rincón favorito de la ciudad?
R. Coney Island.
P. ¿Cúal es su restaurante favorito en Nueva York?
R. Primorsky, en Brighton Beach.
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Muy interesante la entrevista, sobre todo su punto de vista sobre Brooklyn.
Rafael, celebro que te haya gustado.
Saludos,