Leyendo un reciente artículo sobre los lugares en los que viven los famosos en Nueva York e intentar verlos durante tu viaje, no he podido evitar acordarme de lo que me comentaban unas amigas neoyorquinas sobre el tema.
Era el año 2009, y acabábamos de coincidir con Sarah Jessica Parker, primero en un parque infantil del Village en el que jugaba con su hijo, y más tarde en un restaurante japonés próximo, ambos muy cercanos al que era entonces su domicilio. El hecho de llevar niños de edades similares, facilitó mantener una conversación absolutamente normal entre ambas mesas, sobre los nombres, edades y demás de los más pequeños. La misma normalidad, e incluso diría, indiferencia, con la que todo el mundo en el parque se había comportado durante el tiempo que estuvo jugando con su hijo.
Para mis amigas, una reacción totalmente normal, porque para un neoyorquino, me decían, el hecho de ser famoso no te hace más interesante. Realidad o no, lo cierto es que es una de las mejores ciudades del mundo para pasar desapercibido.
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